Nuestros Cultos

Ven y compartamos juntos como hermanos y vivamos una experiencia inolvidable con Jesus..

Ministerio Juvenil

Ministerio de Juvenil todos los Sabados a las 4:00pm a 5:30pm

Ministerio Alabanza y Adoracion

Ven estamos en el proceso de buscar jovenes talentos y queremos que formes parte.

Ministerio de Evangelismo

Poder llevar el evangelio y el plan de salvación que Jesús otorga a todas aquellas personas que aún no lo tienen en sus corazones como su señor y suficiente salvador personal, a todas las comunidades de nuestra ciudad y mas allá de estas.

Ministerio de Intersecion

Tienen como tarea fundamental orar semanalmente por las necesidades de los miembros de la congregación y por cualquier situación especial que amerite un trato directo con el Señor para ser enfrentada.

Ministerio de Deportivo

Ministerio Deportivo donde buscamos a traves del deporte llevar las buenas nuevas

Ministerio de Infantil

Ministerio Infantil y Sala Cuna encargado del cuido y evangelismo a los niños

Ministerio de Drama

Ministerio encargado de evangelizar via dramas en diversos lugares

Ministerio de Discipulado

Ministerio Discipulado es el encargado de capacitar y adiestrar a cada miembro nuevo de la iglesia

Ministerio Cafe con Dios

Por la creciente necesidad que hay en las mujeres y por el deseo de querer cubrir las necesidades de mujeres, se ha levantado el Ministerio de Mujeres llamado "Café con Dios".

Ministerio de Red de Hombres

Somos un ministerio dedicado a servir a la Iglesia, levantando Hombres que amen a Dios sobre todas las cosas, y que tienen a Jesús como modelo, honran su familia, apoyan a su pastor y congregación y obedecen La Gran Comisión; siendo además sal y luz en la sociedad.

Exploradores del Rey

Es un ministerio de las Asambleas de Dios diseñado para promover actividades a los jóvenes, proveyéndolos de instrucción religiosa. El tema de acampar está en el corazón de la mayoría de las actividades

Jovenes Iglesia CCA

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martes, 21 de junio de 2011

Ser Como El Maestro



Ser como el maestro incluye «participar de sus padecimientos hasta llegar a ser semejantes a él en su muerte

Mateo 11:1

Cuando escribí el título para el devocional de hoy, inmediatamente pensé en las contradicciones que encierra esta frase. No creo que haya un solo discípulo que no desee ser como Jesús. Sé, con toda seguridad, que este es el deseo de mi propio corazón. Cuando me detengo a pensar en lo que realmente estoy deseando, me doy cuenta de que quisiera poseer las cualidades que tanto me atraen de la persona de Cristo, su mansedumbre, su disciplina, su intimidad con el Padre, su capacidad de percibir el mover del Espíritu a su alrededor, su sentido de misión. Entonces tengo certeza de que todas estas cualidades me faltan, en mayor o menor grado.

Cristo claramente indicó que no era suficiente «creer», sino que el verdadero discípulo sería aquel que permaneciera en Su palabra. El Hijo de Dios, sin embargo, no estaba refiriéndose a esto cuando aseveró «bástale al discípulo ser como su maestro y al siervo como su señor» (v. 24).

El Nuevo Testamento da claras indicaciones de que el objetivo de la obra transformadora de Dios es que lleguemos a ser como el Hijo, pero con frecuencia olvidamos que esto incluye «participar de sus padecimientos hasta llegar a ser semejantes a él en su muerte» (Fil 3.10). De modo que, una vez más, Jesús estaba advirtiendo a los discípulos que el costo de seguirlo era alto, tan alto como el precio que él mismo pagaba a diario.

Entre las experiencias duras que al discípulo le tocará vivir, se encuentra la traición de la familia. «El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo. Los hijos se levantarán contra los padres y los harán morir» (v. 21). Esta experiencia es una de las más duras de sobrellevar, porque siempre esperamos mayor compasión y ternura por parte de aquellos que son de nuestro círculo más íntimo. La naturaleza de nuestro llamado es tal, sin embargo, que «seremos odiados por todos por causa de mi [su] nombre» (v. 22). Cristo será causa de enemistad aún con aquellos con que hemos compartido toda una vida.

Frente a este panorama angustiante, el Señor destacó la recompensa que espera a los que no claudiquen en medio de la persecución: «el que persevere hasta el fin, este será salvo». Esta frase nos toma un poco de sorpresa, porque estamos acostumbrados a pensar que la salvación es algo que se garantiza en un momento de una decisión que, muchas veces, guarda matices intelectuales. En Juan 8.31-32, sin embargo, Cristo claramente indicó que no era suficiente «creer», sino que el verdadero discípulo sería aquel que permaneciera en Su palabra. Del mismo modo subraya el apóstol Pablo, cuando anima a los filipenses a que trabajen en su salvación «con temor y temblor» (2.12). Es decir, la salvación es un estilo de vida, más que un estado.

En la promesa de salvación se encuentra el gran premio de los que siguen a Jesucristo. Esto no solamente se refiere a salir airosos en el día del gran juicio. También contempla la salvación de la perversidad que lleva al mundo a perseguir a aquellos que quieren vivir conforme a la justicia de Dios. Les ofrece la posibilidad de que anden, precisamente, en la misma mansedumbre y bondad que caracterizó la vida del Hijo del Hombre.